Si algo tiene la práctica del BDSM es que es vistosa. Cualquiera que haya estado alguna vez en una mazmorra o que practique sexualidad no convencional en el ámbito privado lo sabe. Trajes de cuero, corsés, azotes, órdenes verbales, suspensiones del techo, protocolos de comportamiento… todo ello conforma una escena de una potencia visual apabullante. No es casual que el BDSM sea algo tan fotografiado y que sea objeto de ilustraciones, novelas y cómics.
Pero hay una parte de las prácticas de BDSM que no es tan vistosa, y que por ello a veces se pasa por alto. Y eso es un error, porque es quizá la parte más importante de la sesión. Hablo, por supuesto, del aftercare.
¿Qué es el aftercare?
La palabra aftercare puede traducirse como «cuidado posterior», y eso es exactamente lo que es. Una sesión de BDSM suele ser una experiencia intensa. Esta intensidad puede ser, por supuesto, física. Al fin y al cabo, estas prácticas fuerzan a veces los límites del cuerpo: los azotes o la cera caliente provocan dolor, las ataduras pueden ser incómodas, las posiciones forzadas al final cansan y un corsé acaba por ser una tortura si pasas toda la noche con él puesto. Sí; las sensaciones de cansancio físico, dolor o simple desgaste de energía son comunes después de una buena sesión de BDSM.
Pero cuando hablo de intensidad me refiero, sobre todo y principalmente, a intensidad emocional. El BDSM es en buena medida un juego mental. Esta característica es evidente en prácticas con roles muy marcados, como la Dominación/sumisión o los juegos entre un/a daddy/mommy y su little. Pero también aparece en los juegos con cuerdas o en el sadomasoquismo. Para infligir o recibir dolor dentro de este marco consensuado hay que entrar en un cierto estado mental distinto al corriente, y si practicas shibari sabes las emociones que pueden salir a flor de piel durante una sesión. No digamos ya si se está jugando con emociones complejas como la humillación o el miedo. Tanto la persona top como la bottom pueden conectar con partes de sí mismas que no conocían o desbloquear recuerdos que creían reprimidos.
Quizá la manifestación más extrema de esta condición «emocional» o «mental» que tiene el BDSM es el llamado subspace. Se trata de un estado alterado de conciencia, similar al producido por algunas drogas, que puede alcanzar la parte sumisa en una sesión particularmente intensa de Dominación/sumisión. Es un momento que puede dar mucho placer a la parte sumisa (que se encuentra plenamente sumergida en la escena), pero que puede ser difícil de gestionar precisamente porque le incapacita para tomar decisiones racionales. Es responsabilidad de la otra persona devolver a la normalidad a alguien que ha entrado en el subspace.
Así pues, tenemos que la sesión ha terminado. Los participantes están agotados, a lo mejor algo doloridos, emocionalmente exhaustos y, si todo ha ido bien, felices. Es el momento del aftercare. No conviene descuidarlo ni dejarlo pasar: ahora es cuando la mente sintoniza de nuevo con el mundo real y cuando las emociones vividas durante la sesión se convierten en algo positivo y bonito. Aquí salimos de ese estado mental que nos predisponía a dar o a recibir órdenes, humillación o dolor y volvemos a la normalidad. Si no se hace aunque sea un mínimo aftercare, es posible que se produzca malestar, al no haber una transición clara entre la sesión y el exterior.
¿Qué puede incluir el aftercare?
El aftercare puede incluir cualquier cosa que sirva para que las partes vuelvan a la normalidad y reconecten. Algunas prácticas comunes son:
- Pequeños rituales, como por ejemplo quitar el collar para marcar el final de la sesión.
- Comida y bebida: conviene tener a mano comida rica y algo de beber (mejor no alcohólico) para recuperar fuerzas. Depende de los gustos de cada quien, pero en general se acertará con cualquier cosa «picoteable».
- Mimos y compañía: esto es casi un universal. Después de practicar BDSM suele apetecer algo de conexión física, abrazos y demás. A veces incluso se practica sexo convencional como parte del aftercare.
Kit de elementos que puede incluir una sesión de aftercare.
- Charla: puede ir desde un simple comentario de la jugada hasta una conversación seria sobre las sensaciones, sentimientos y emociones que se han suscitado durante la sesión. Se incluyen también aquí los agradecimientos mutuos, si es que la sesión ha ido bien, y las cuestiones a mejorar.
- Cuidado corporal: es el momento también de quitarse del cuerpo todo lo que restrinja el movimiento o pueda causar daños (como cuerdas o pinzas). Si en la escena se han producido heridas, golpes u otras lesiones, hay que atender a su curación enseguida. Sobre todo si se juega en una casa, conviene tener a mano una manta o un albornoz para evitar cambios bruscos de temperatura.
- Higiene corporal: si se puede, una ducha nunca viene mal.
- Cuidado de los juguetes: es lo menos urgente de todo, pero también es aconsejable limpiar y desinfectar los juguetes que se hayan usado, comprobar su estado de conservación y guardarlos en su sitio.
Como se puede ver, lo anterior lleva tiempo. Al planificar una sesión, hay que prever ese tiempo: si hay que estar saliendo de casa a las 18:00, no es buena idea terminar de jugar a las 17:55. Los ritmos dependerán, como siempre, de lo que necesiten las personas implicadas y de lo bien que se conozcan entre ellas, pero una media hora de aftercare es una previsión razonable.
Hemos incluido la charla como uno de los elementos que se suelen incluir en el aftercare, pero no es aconsejable intentar analizar la sesión justo después de que termine. Todo está demasiado reciente, y puede que los participantes en la misma necesiten tiempo a solas para procesar sus emociones. En lugar de ello, la charla post-sesión es un buen momento para transmitir afecto a la otra persona. La parte bottom puede necesitar que le digan que no está enferma porque le guste que le aten o le peguen, y a lo mejor la parte top quiere que le recuerden que no es un monstruo. El aftercare es siempre recíproco, y ambas partes pueden necesitarlo.
Por último, señalar que dentro de la comunidad BDSM se considera de buena educación llamar a la otra persona uno o dos días después para asegurarse de que todo sigue bien y de que no han aparecido problemas. Quizás esta llamada sea el momento adecuado para comentar la sesión en profundidad. Por supuesto, si tienes una relación profunda con tu pareja de juegos (amistad, noviazgo, convivencia, incluso matrimonio) no hace falta hacer un contacto específico para hablar de la sesión, porque la preocupación mutua por su bienestar se inserta de forma normal en vuestro día a día.
Y tú, ¿cómo cuidas durante el aftercare? ¿Cómo te gusta que te cuiden?
Me encanta esta publicación, me inspira felicidad.
Misfit
A mí también. Supongo que es porque lo asociamos a la paz y la tranquilidad que debe de producirse en los cuidados tras una sesión.
Beyond