BDSM, Consejos

10 razones por las que (quizás) apestas como dominante

El BDSM es un juego de rol. Dominantes, subs, atadores, modelos, sádicas, masocas… durante un rato, todas las personas que pertenecemos a esta comunidad abandonamos nuestra personalidad real e interpretamos un papel. En este juego es muy fácil perder la perspectiva y acabar comidos por el personaje. Nos puede pasar a cualquiera, pero hoy vamos a hablar de qué sucede cuando le pasa a alguien que tiene el rol de dominante.

Ojo, esta entrada no es un “manual de dominación”. No te enseñará a ser buen/a dominante. Pero sí es una lista de cosas que no debes hacer si no quieres resultar una persona tóxica y que tus candidatos a sub salgan corriendo antes de que puedas pronunciar la palabra “fusta”.

 

1. Ir de estrellita

No conviertas tu rol en tu personalidad.

No conviertas tu rol en tu personalidad.

Ir de estrellita por la vida es bastante común y nunca es buena idea. En el mundillo BDSM aun menos. Pretender que eres superior al resto es ridículo, y más si lo haces por razones relativas a tus gustos sexuales: por practicar BDSM en vez de sexo convencional, por ser dominante en vez de sub, por rechazar tal o cual práctica que consideras que está “masificada” o “de moda”, por seguir un modelo de BDSM altamente protocolario y ritualizado en vez de otro más libre, por ser mejor atador/a que tal o cual persona, etc… no eres mejor que nadie.

Si te comportas así solo conseguirás que se alejen de ti.

 

2. No estar a lo que estás

“Cuando llegue a casa no me puedo olvidar de hacer la declaración de la Renta…”

Si estás practicando BDSM, deberías centrarte en lo que estás haciendo y tener la mente puesta en la sesión: mientras juegas no puedes estar pensando en esa cabronada que te han hecho en el trabajo o en el gasto imprevisto que te ha surgido este mes. ¿Por qué? Muy simple, porque eso lleva a que cometas errores, a que tu sub se sienta mal porque no estás mentalmente dentro del juego y en general a que la sesión sea un desastre.

Nadie te exige que seas una máquina de dar órdenes y azotes. Si no estás en un estado de ánimo apropiado para tener una sesión, es mejor que no la tengas. Explícaselo a tu pareja de juegos (no hay nada de malo en reconocer que hoy no tienes día de BDSM) y quedad para otro día. Será mejor para todo el mundo.

Por cierto, en este consejo también incluimos dejar el alcohol y las drogas fuera de la sesión. Vas a jugar con sentimientos profundos, con dolor, con humillación, con dominación… casi mejor que controles al cien por cien tus acciones.

 

3. Ir de gurú

“Os voy a explicar cómo se hace el BDSM…”

Acéptalo: la gente va a practicar BDSM como les salga de las narices, no como tú les digas. Si te pones a quitar carnés y a decir que lo que hacen no es BDSM De Verdad lo más que vas a conseguir es que se rían de ti.

Este defecto no es tanto que te convierta en mal dominante como que te convierte en una persona de la que huir, sea cual sea tu rol. Es decir: aquí quien más y quien menos ha pasado por un proceso de deconstrucción personal para aceptar que disfruta con cosas altamente estigmatizadas y muy alejadas de la norma social. Al final, cada quien encuentra su espacio y las prácticas que le ponen y decide disfrutarlas a su ritmo. Si le negamos al cura, al psiquiatra y al legislador el derecho a reglamentar nuestra vida sexual, ¿por qué crees que le vamos a conceder esa potestad a @THE_ULTRA_DOM_58, que es un desconocido con 346 seguidores en Twitter?

Además, el problema de ir de gurú es que parece que vas buscando gente que te siga y compre tu libro. Y eso, amigo o amiga, da mucha grima.

El “ponte a mis pies”, solo después de consensuarlo.

4. Tratar a la gente en rol (sin negociarlo antes)

Nadie tiene derecho a tratar a la gente según su rol salvo que haya consensuado y negociado esa práctica con cada persona concreta. Es decir, es muy irrespetuoso que, por ejemplo, te dirijas a un desconocido que se identifica como sub en las redes sociales y le sueltes “hola, perro” o “¿qué tal, zorra?” así de buenas a primeras. Porque sí, la otra persona es sumisa, pero no es tu sumisa. Y si vas con esos humos, probablemente no lo será nunca.

Esta práctica es más frecuente de lo que parece, porque dentro de este mundo hay mucha gente que lleva a gala el tener una personalidad dominante. Es decir, en vez de tratarse de personas normales que adoptan un rol dominante para sesiones concretas, van por ahí avasallando e imponiéndose. Y es un error grave, porque ser dominante no es una patente de corso para tratar mal a la gente.

 

5. Atribuirte experiencia que no tienes

Querer ligar es comprensible. Sentir que te quieren y que te valoran es una necesidad humana, y me parece lógico que cualquier dominante lo busque, más aún en un mundillo que tiene como núcleo la realización de prácticas eróticas. Pero, se pretenda una relación para toda la vida o una pareja distinta cada noche, lo que no es aceptable es mentir con el nivel de experiencia. Lo primero porque se nota. Siento decirlo, pero si alguien tiene 35 años y va afirmando que lleva 20 siendo dominante, las cuentas huelen a hinchadas desde aquí.

“No viene por ‘azotes’ ni por ‘spanking’. ¿Para qué le diría que soy un gran dominante?”

Además, aunque no se note antes, se va a notar después. Vale, le has vendido la moto a la otra persona y te la has llevado a la cama. Estáis a punto de una noche de pasión y lujuria que va a incluir una intensa sesión de bondage basada en lo que aprendiste en el Alto Monasterio del Yute, que es una institución de shibari situada en lo más alto del monte Fuji. Y justo cuando tu contraparte está a punto de tener un orgasmo de pura expectación, sacas las cuerdas de tender la ropa y le haces cuatro nudos marineros. Pues no, mira, no. La otra persona va a salir corriendo y, que lo sepas, te va a poner verde con sus colegas.

Si llevas tres días en esto, dilo. Si no conoces una técnica, dilo. Si no sabes cómo se coge una fusta, dilo. En realidad, madurar es reconocer que no tienes ni idea de nada y que vas improvisando sobre la marcha. Y tampoco importa, porque al final la experiencia no lo es todo: cada nueva relación es única y tendrás que construirla desde cero, adaptándote a la otra persona y evolucionando con ella. Piensa que la humildad y las ganas de aprender te van a llevar más lejos que cualquier mentira.

 

6. No cuidar el material

“¿Pretendes acercar eso a mis pezones?”

¿Qué sería del BDSM sin juguetes? Desde el más simple collar hasta la jaula hecha por un artesano y que ocupa media pared, pasando por fustas o cuerdas, las prácticas de sexualidad no convencional suelen implicar juguetes. A nadie le va a importar que tengas pocos o que sean improvisados o baratos, pero por favor, tenlos cuidados. Unas cuerdas despeluchadas, una fusta sucia o unas pinzas medio rotas demuestran que no te preocupas por el estado de tus materiales, y tu sub podría llevarse una impresión pésima de ti si intentas aplicarlos sobre su persona. En todo caso, tampoco hace falta que te obsesiones con este tema: después de la sesión, cuidar a tu sub es más importante que ponerse a desinfectar el material usado.

Por cierto, mantener los materiales ordenados (aparte de cuidados) no es estrictamente necesario, pero sí recomendable. ¿A quién le apetece, en medio de un calentón, dedicar cinco minutos a buscar el flogger que te apetece usar?

 

7. Aislar a tu sub

Enjaular, vale. Aislar, nunca.

El BDSM es una comunidad. Tenemos fiestas, quedadas, munches, picnics, encuentros, orgías, charlas, debates, mesas redondas y una amplia variedad de sitios donde quedar y vernos. Tratar de que tu sub quede al margen de todo esto es criminal. Como dominante, deberías fomentar que tus parejas de juego conozcan el mundillo por sí mismas: que se abran perfiles en redes, que lean, que hagan amistades, que vayan a eventos, etc. Lo contrario (intentar convertirse en la única fuente de información sobre BDSM que tiene tu sub) es directamente una señal de peligro, ya que ¿qué clase de persona intenta impedir a otra que explore por sí misma la comunidad?

La entrega está muy bien y es muy chula, pero no puede interpretarse como algo que impide a la otra persona socializar y hacer amigos.  Eso no es BDSM, es maltrato con todas las letras.

8. No tomar medidas de seguridad básicas…

Llevar esto en tu kit de ataduras puede evitar un problema gordo.

Tú controlas, lo sabemos. Pese a que te hemos dicho que seas humilde (ver punto 5), somos plenamente conscientes de que manejas a la perfección todas las técnicas de BDSM y que jamás te ha ocurrido un accidente. Por desgracia, nadie conoce el futuro, y tu trayectoria podría torcerse mañana mismo. ¿Qué es lo que tienes previsto para ese momento en el que todo sale mal? ¿Cómo dominarás la situación, dominante? Piensa en eso antes de empezar, porque nadie quiere jugar con una persona negligente.

¿Has probado esa cera en tu propio brazo antes de echársela a nadie en los pezones? Si esa atadura se fastidia, ¿llevas a mano unas tijeras de seguridad o un cortacabos? ¿Sueles tener encima una linterna LED por si se va la luz cuando tienes a alguien suspendido del techo? Jugar con esposas es divertidísimo, pero ¿tienes controlada una segunda copia de la llave que las abre? ¿Sabes cómo actuar en caso de que alguien se te desmaye? Asumimos que el BDSM incluye prácticas arriesgadas, pero eso no es excusa para no intentar reducir el nivel de peligro. Nadie te pide que te saques un máster en reanimación cardiopulmonar, pero sí que sepas lo que haces.

9. …o tomarse a mal las medidas de seguridad del resto

La llamada de seguridad es un mecanismo común en el BDSM.

Imaginemos a alguien que ha tenido en cuenta los puntos de esta lista y ha conocido a alguien. ¡Estupendo! La charla fluye, la cena ha ido bien y parece que va a haber una sesión BDSM. Por fin va a poder ejercer de dominante. De repente su pareja te dice “oye, estate pendiente de la hora, que le he dicho a alguien que vengo contigo y hemos pactado que le llamaré a las 00:00 para informar de que todo va bien”. Y entonces nuestro sujeto imaginario se enfada, pone mala cara, bufa, intenta impedir que la otra persona tome esas precauciones o se burla de ellas. Al fin y al cabo, ¿qué necesidad hay de una llamada de seguridad? ¿A qué viene esa desconfianza? ¡Si es una persona estupenda, que jamás haría daño a una mosca!

¿Qué le diríamos a alguien que se comporta así? Yo lo tengo claro: “Felicidades. Te acabas de cargar la confianza que tiene que haber en toda sesión de BDSM y has quedado como un/a gilipollas o, peor aún, como una fuente de peligro potencial”.

Nunca minimices ni ridiculices las medidas que toma otra persona para sentirse segura. Sí, a ti ni se te ha pasado por la cabeza hacerle mal a nadie, pero tu ligue va a ir a casa de alguien a quien apenas conoce a realizar prácticas de sexualidad no convencional que pueden incluir ataduras y restricciones. No tienes derecho a ofenderte por el hecho de que tome medidas de seguridad.

10. No respetar los límites ajenos

Los límites se respetan, punto. Fuera de sesión se puede hablar todo lo que se quiera, pero en sesión no se traspasa un límite. No se “juega” con él, no se “fuerza”, no se usa para menospreciar la entrega de la otra persona, no se vulnera de ninguna forma. Si un niño pequeño puede entender los términos “eso no se toca, caca” seguro que tú también puedes.

 

Dijo una vez un gran filósofo que el mal empieza cuando tratas a la gente como si fueran cosas. Por supuesto que hay delitos peores, pero todo comienza así, pensando en los seres humanos como objetos a tu servicio. Eres dominante y estás aquí para divertirte, pero el resto de la comunidad también lo está, así que compórtate como un ser humano decente.

Y a ti, ¿qué prácticas te han chirriado cuando las has visto? ¿Qué es para ti ser un mal dominante?

4 thoughts on “10 razones por las que (quizás) apestas como dominante

  1. milkibar dice:

    Genial tienda y geniales artículos. Muchas cosas parecen de cajón al leerlas y pensarlas pero es cierto que no siempre he tenido todas estas presentas. Ahora lo sé.

    1. Lara dice:

      Gracias Milibar! Es cierto, muchas cosa son tan de cajon que a veces no nos paramos a pensarlas. Me alegra que te haya gustado! 🙂

  2. Javi dice:

    Hola, soy nuevo en este mundo. He leído mucho y visto muchos vídeos sobre el shibari que es en verdad lo que ha despertado mi interés. Estoy fascinado con ese arte y quiero aprender a hacer uso de él.
    Me gusta esta tienda, los artículos que tiene y los comentarios que siempre resultan buenos consejos.
    Existe algún foro para hablar sobre estas cosas?
    Soy de un pueblo pequeño y la verdad me siento algo aislado de todo este mundo.
    Creo que es lo mío y me gustaría encontrar y conocer gente que comparta este anhelo.
    Si me pueden ayudar estaré muy agradecido.
    Gracias de antemano, Javi.

    1. Vimes dice:

      Hola, Javi:

      Creo que lo que buscas es Fetlife. Se trata de una red social orientada hacia practicantes de BDSM y otros fetiches. Es una red social de verdad, es decir, que no es un sitio de ligoteo ni un sacacuartos. Allí puedes ver fotos de gente, hacer amistades, entrar en grupos de debate, ver si se hace algún evento cerca de tu ubicación, etc.

      Un saludo,
      Vimes

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